sábado, 22 de junio de 2013

LA MIRABA CADA MAÑANA...


La miraba cada mañana sin que lo supiera. Ella se creía desapercibida para todos dentro de esa muchedumbre acostumbrada, sin saber que a diario, la contemplaba intentando deducirla. Sus ojos hablaban el idioma de las lágrimas, que los distraídos confundían con el rocío de las madrugadas, o como resultado de las brisas heladas, de los inviernos sin nombre. Aun así, solía sonreír disimuladamente, cuando la situación sugería su ejercicio. Me pregunté insistentemente, en qué mundo habitarían todas sus otras miradas, ante su boca que solo susurraba silencios. Cuántos perdones habrá exonerado, a cambio de que la soledad no la abrigara. La miraba cada mañana sin que lo supiera, pensando como habrá sido la última vez que lo vio, antes de que la dejara sin esperas. 


#Gabriel Velxio

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